domingo, 14 de noviembre de 2010

Llevaba días sin dormir. Su demacrada cara no dejaba lugar a dudas. Era él quien le quitaba el sueño. Era él quien reinaba sus pesadillas... Ella era una chica fuerte, de carácter... o al menos aparentemente. Pero hasta el corazón más frío cae rendido ante el amor. Esa droga, enfermedad o simple sentimiento...Hacía tiempo que padecía este mal... temía el compromiso... ansiaba olvidar... Y lo consiguió, o al menos durante un par de meses. Después la historia se repitió. Su corazón cada vez pesaba más. Un corazón frío, como tallado en mármol. Y ella se encerraba en sí misma. Repasaba anécdotas, movimientos, miradas, palabras, intuiciones... y nada. No entendía nada. O quizás era que no quería entender. Encendían su memoria los recuerdos... tan ardientes, tan efímeros... Dos personas tan diferentes siendo una sola... Y gritaba en silencio. Y se culpaba.
Había pasado demasiado tiempo como para curar el dolor, pero últimamente su nombre era el protagonista de cada pensamiento... Eran tiempos nostálgicos, o simplemente necesitaba auto dañarse una vez mas... Era pleno invierno pero su cuerpo le quemaba. Abrió la ventana y cerró los ojos. Notó la fresca brisa de la mañana recorrer cada uno de sus poros, cada milímetro de su cuerpo... Los abrió ligeramente cegada por la luminosidad de la mañana. Y entonces los vio. Sobre uno de los tejados del patio. Gatos y palomas. Palomas y gatos. En armonía. Compartiendo trozos de pan que alguien había arrojado. Compartiendo alimento. Compartiendo amor... Y una vez más le recordó a él. Y envidió a los gatos por ser capaces de tener cerca a las palomas sin asustarlas por un error...

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