jueves, 10 de marzo de 2011

Sí, somos humanos, y por mucho que queramos cambiar el mundo no podremos hacer lo mismo con nuestra naturaleza... Tendemos a huir, a correr, a escapar cuando las cosas se vuelven turbias... pero al final las suelas se desgastan.


 (...)

-Me aburre la monotonía, necesito una dosis de locura mayor que la habitual...
-¿Y qué se puede hacer para sorprenderte?
-Está difícil, ya son demasiadas historias a mis pies..

miércoles, 9 de marzo de 2011

Un clásico,siempre es un clásico, como Pacino...

Un 90% de las chicas a las que se les pregunte por un clásico del cine se decantaran por "Desayuno con diamantes" o "Casablanca", lo siento pero yo soy más de "Scarface"... supongo que ya apuntaba maneras desde la guardería, que ya desde pequeña estaba predestinada a ser diferente.
Vivimos de cara a la gente, mostrando una fachada firme e inalterable ante el máximo shock.. sin embargo, de puertas para adentro es donde realmente nos derrumbamos... Son en esos momentos en los que envidio al gran Tony Montana y me doy cuenta de que no todos tenemos el valor para decir eso de  "Say hello to my little friend!" A la hora de la verdad los discursos practicados durante horas ante el espejo se quedan en un diminuto susurro... Sonreímos sin ganas, felicitamos a otros nuestra agonía, empezamos a ser conscientes de como funciona de verdad la vida...¿y hasta qué punto es nuestra? El mundo está a nuestro alcance siempre que sepamos controlarlo...



Dar la espalda, por falta de coraje... 

miércoles, 2 de marzo de 2011

Meou.

La noche ya bien entrada, y millones de dudas en la cabeza... casi tantas como estrellas iluminan el cielo esa noche.. Escaparse por la pequeña ventana del ático para desconectar.. y tumbarse en el tejado con ganas de volar. Desplegar una escalera de esas típicas de película americana, pero sin un neoyorkino con gabardina esperando a los pies de ésta. Una simple escalera para redescubrir la noche, para perderse entre el humo compartido con desconocidos o los hielos de copas anónimas. Y mirar seduciendo a cada extraño con esa media sonrisa pícara para después huir antes de que les de tiempo a preguntar su nombre. Y ya de madrugada, volver a casa cuando la luna comienza a verse difusa por la luz matinal. Y entrar de puntillas a pequeños saltos por el portal con los zapatos en la mano... Tumbarse en la cama de golpe soltando un suspiro y una carcajada muda.