Me he enamorado en noches en las que no recuerdo ni mi nombre. Noches cargadas de locura. Noches en las que he corrido literalmente hasta acabar empotrada en el suelo. En las que también he corrido metafóricamente para tratar de encontrar "por qués". Más tarde todavía, buscar "quizás". Rebuscar en los "quieros" y preguntarme qué es realmente lo que deseo, lo que añoro. He tratado de llegar a conclusiones que no siempre se encuentran dentro de botellas. Otras, sin embargo, sí. O al menos eso parece en el momento. He vagado perdida en una oscuridad absoluta. Le he echado un pulso al karma, mientras lo que más deseaba era retarte en mi cama. He sacado de paseo sonrisas que rápidamente se tornaban en amargura al pisar mi habitación. He pasado calor en marzo y frío en junio, ilógico y loco como el vaivén se sentimientos de mi cabeza. Y llegados a este punto, ¿qué? Estoy por ir a que me echen las cartas puesto que no espero recibir ninguna que no sea del banco, por lo menos no en los tiempos que corren. Estoy perdida hasta el punto de tener la certeza de que me falta algo. ¿Y ese algo? ¡No sé que coño es! No sé si es físico o mental, si es ajeno o propio, si es una mitad o mucho más que eso.